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Todos podemos sentirnos enfadados cuando algo nos parece injusto, ansiosos cuando nos preocupa el fracaso, abrumados cuando hay demasiado que hacer. Las emociones son importantes y válidas para todos nosotros. Pero en el caso de los niños, las emociones pueden aparecer con fuerza y rapidez, y a menudo no van acompañadas de la capacidad de comprenderlas y gestionarlas. Esto significa que las cosas pueden descontrolarse.
Las emociones grandes, fuertes e intensas tienden a desencadenar el instinto de supervivencia automático del cerebro y el cuerpo, o la respuesta de lucha o huida. Esto puede ocurrir si estamos huyendo de un oso, nuestro ego se siente amenazado o un hermano destroza una torre de LEGO en la que hemos trabajado muy duro.
Esto es lo que ocurre en los momentos de desregulación emocional:
1. El cuerpo se prepara para defenderse. Si estuviéramos realmente en peligro, tendríamos que reaccionar con rapidez. Eso significa que respuestas fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco, el aumento de la tensión muscular y la liberación de adrenalina se producen automáticamente.
2. El cerebro se centra en la amenaza percibida. En caso de peligro real tendríamos que estar hiperconscientes. Eso significa pensamientos acelerados e hiperfocalización en lo que nos enfada o nos pone ansiosos. También significa que es más difícil desviar la atención de la situación amenazante o emocionalmente provocativa.
3. El pensamiento claro y la capacidad de recordar se esfuman. Como el cerebro y el cuerpo tienen que centrarse en reaccionar con rapidez, no pueden centrarse en pensar racionalmente. Las funciones del córtex prefrontal son menos accesibles porque nos frenarían en momentos de peligro real.
4. La reacción se produce. Para algunos niños, esto significa encerrarse en sí mismos, para otros, gritar, y para otros, estallidos físicos, agresividad y reacciones de comportamiento que realmente escapan a su capacidad de control.
En Mightier nos encantan todas las emociones y el papel que desempeñan en lo que todos somos. Pero a veces las emociones son más de lo que un niño puede entender, y sus reacciones son más de lo que pueden controlar. ¿La buena noticia? Hay cosas que tú, como cuidador, puedes hacer para ayudarles.
3 maneras de ayudar a su hijo a regular sus emociones
1. Modele la calma. Es totalmente normal que también te sientas frustrado o impaciente cuando tu hijo está enfadado o ansioso, pero todos sabemos que el acaloramiento de ambas partes nunca ayuda a que las cosas se calmen. Tómate unos segundos para tranquilizarte (respira hondo, haz una ligera pausa) y poder abordar la situación con calma y la mente despejada.
2. Valida sus emociones. Independientemente de su reacción, hay una razón válida para que tu hijo se sienta así. Tal vez se empeñó en algo que no funcionó o tal vez percibió algo como injusto. Cuando su hijo siente esas emociones rápidas e intensas, puede resultarle difícil comprender realmente cómo se siente y por qué. Tu capacidad para validar sus sentimientos no sólo les ayuda a sentirse vistos y escuchados, sino que también les ayuda a procesar por qué se sienten así en primer lugar.
3. Cálmate con ellos. Si tu hijo lleva tiempo jugando a Mightier o tiene una estrategia favorita para calmarse, utilízala con él. Como las emociones también son experiencias muy físicas, la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y dar un paseo pueden ser claves para dar al cerebro y al cuerpo el tiempo necesario para calmarse y relajarse. Puedes encontrar más habilidades de afrontamiento basadas en la TCC (terapia cognitivo-conductual) de Mightier aquí.
Estas estrategias son estupendas para responder a los grandes momentos cuando suceden, pero las estrategias de prevención, como jugar a Mightier, son mejores para desarrollar la conciencia emocional y las habilidades de regulación. Obtén más información sobre cómo la herramienta digital de salud mental basada en juegos deMightier puede ayudar a tu hijo y a tu familia.