La gratitud es compleja. Es una emoción, una expresión, una reflexión y una conexión. La investigación ha demostrado que la gratitud está vinculada a beneficios para la salud mental y física, así como a pautas sociales y de comportamiento positivas. Pero la verdadera gratitud puede ser una emoción difícil de experimentar. Es un sentimiento que al cerebro le cuesta transmitir de forma natural.
Sentirse agradecido significa reconocer a un nivel profundo y vulnerable que alguien o algo ha actuado de forma buena o significativa. Es una conciencia de consideración e intención positiva; un sentimiento de conexión y aprecio. El agradecimiento, ese sentimiento profundo de gratitud por algo que está fuera de uno mismo, sirve para sentirse emocionalmente conectado con las personas, las cosas e incluso con un propósito más amplio en el mundo.
El agradecimiento también es una expresión. Sentirse agradecido es una cosa, pero mostrar a alguien lo mucho que le aprecias y valoras, o sus acciones, es otra. Esto requiere vulnerabilidad. Hacer un esfuerzo para transmitir plenamente lo significativo que ha sido algo, y hacerlo de una manera que resuene en la persona que lo ha dado, requiere reflexión e intención. Traslada el sentimiento de gratitud fuera de uno mismo y a un contexto dinámico y social.
En el contexto de la salud mental, y de los sentimientos comunes de soledad, ira, celos y culpa que pueden surgir como espiral de la depresión y la ansiedad, el agradecimiento es una herramienta que puede ayudar a contrarrestarlos creando conexión. En esencia, ya sea a través de la emoción o de la expresión, la gratitud requiere que no te sientas solo. Te obliga a centrarte en algo positivo. Te pide que derribes muros y te abras al potencial del bien.
A veces, sentir gratitud puede ser difícil, y hay una razón para ello. La gente está preparada para percibir las amenazas y reaccionar ante ellas. Esto ha permitido a los humanos sobrevivir. Ciertas partes del cerebro, por lo tanto, son muy buenas detectando el peligro (oso en una cueva, amenaza a nuestra posición social, o de otro tipo), y fisiológicamente poniendo el cuerpo en modo de defensa. En el punto de partida, esto significa que estamos preparados para buscar la negatividad. Evaluar a las personas y los entornos y buscar "amenazas" es un sesgo instintivo. Por eso los sentimientos y las expresiones de agradecimiento no siempre surgen con facilidad. En cierto modo, son contraproducentes para el instinto de supervivencia.
Entonces, ¿cómo equilibrar la importancia del agradecimiento con la dificultad de conseguirlo? La respuesta es la práctica. Sentirse agradecido de forma natural y más automática, así como obtener todos los maravillosos beneficios personales y sociales que conlleva el agradecimiento, requiere un poco de entrenamiento. Un buen punto de partida para crear un hábito de agradecimiento es escribir tres cosas concretas (personas, situaciones, experiencias) por las que se sienta agradecido cada día durante 21 días. Escríbase una nota sobre la facilidad con la que se siente agradecido antes de empezar el ejercicio, así como sobre lo difícil que le resulta realizarlo durante los primeros días. Escríbase las mismas notas al cabo de 21 días y reflexione sobre sus sentimientos generales de felicidad y conexión social antes y después del experimento.
Practicar, y ayudar a los que te rodean a practicar, creará más oportunidades para experimentar la gratitud en tu día a día. Echa un vistazo a nuestras actividades para ayudar a los niños a practicar la gratitud:
