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9/08/22

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Ayudar a los niños a crear un conjunto de herramientas de regulación emocional

por Jessica Ragnio, MSW, LICSW, y Directora Clínica Asociada en Mightier

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Cuando las emociones están a flor de piel, puede resultar muy difícil pensar con claridad, recordar estrategias de afrontamiento y calmarse. Ayudar a los niños a explorar intencionadamente lo que les hace sentirse ansiosos, frustrados, excitados o tranquilos -fuera de los momentos de la vida real en los que se enfrentan a esas emociones- es una forma increíblemente útil de desarrollar la conciencia emocional, descubrir las cosas únicas que les ayudan a sentirse más tranquilos y practicar el uso de esas técnicas. He aquí algunos trucos, estrategias y herramientas para ayudar a los niños a explorar sus emociones y encontrar el camino hacia la calma que más les convenga. 

Construye una herramienta de comunicación. A muchos niños les cuesta comunicar lo que sienten, y mucho más saber qué hacer al respecto, en los momentos difíciles. A muchos niños les gustan las herramientas que facilitan la comunicación de emociones, como un medidor de temperatura en el que pueden decir si están en la zona "caliente" o "fría", o un gráfico de emociones con colores o caras. Con este tipo de herramientas, los niños pueden saber rápidamente cómo se sienten sin tener que usar palabras. 

Identifica las señales. Las emociones se manifiestan en nuestro cuerpo de distintas maneras. La ansiedad creciente puede manifestarse como náuseas o mariposas en el estómago. La frustración y la ira pueden manifestarse como músculos tensos o un aumento de la temperatura corporal. Explora con tu hijo los signos y señales que le da su cuerpo cuando experimenta distintas emociones. Una forma divertida de llevar a cabo esta actividad es dibujar a tu hijo con tiza o en papel (y dejar que él te dibuje a ti) y, a continuación, colorear o dibujar diferentes partes del cuerpo para describir cómo se sienten. Esto puede ayudar a los niños a reconocer pronto esas señales corporales y, en el mejor de los casos, darles la señal de que es hora de hacer algo para calmarse.

Piense en los estímulos sensoriales. Todos tenemos diferentes estímulos sensoriales y antojos. Para algunos, ciertas texturas o sonidos pueden ser molestos o abrumadores. Para otros, una presión profunda o envolverse en una manta apretada puede ser realmente calmante. Diviértete explorando diferentes estímulos sensoriales con tu hijo para averiguar qué le irrita y qué le ayuda a sentirse tranquilo. A continuación, busca formas de evitar los estímulos irritantes (en la medida de lo posible) e incorpora los estímulos calmantes a su vida cotidiana. Intenta crear una caja sensorial o un rincón sensorial con las cosas que le gustan a tu hijo: una manta con peso, música, aceites esenciales, tentempiés o una compresa fría.

Juegue con el movimiento. El movimiento en sí mismo puede ser una estrategia calmante increíblemente útil. En este caso, no se trata necesariamente de sacar energía (aunque puede ser útil), sino también de sentir el movimiento del propio cuerpo en el espacio. Dependiendo de las necesidades de cada persona, estirarse, saltar, balancearse, mecerse en una silla o hacer yoga pueden servir para ayudar al cerebro y al cuerpo a sentirse más tranquilos y regulados. Pruebe estas cosas con su hijo y vea cómo se siente cada uno. A continuación, cree un espacio específico al que su hijo pueda acudir en los momentos en que sólo necesite moverse. 

Mantén los fidgets. Para los niños que necesitan ayuda para centrar sus pensamientos y su atención, los juguetes inquietantes son una estrategia estupenda para ayudarles a mantener los pies en la tierra. Para estos niños, parecer distraídos, desorganizados y abrumados emocionalmente suele ser el signo de un cerebro potente que presta atención a muchas cosas a la vez. Pruebe a jugar con varios juguetes inquietantes con su hijo. Empujar Pop Its, enrollar elásticos para el pelo o cuerdas alrededor de los dedos y Fidget Spinners son herramientas fáciles de agarrar y de usar en los momentos en que las cosas empiezan a sentirse abrumadoras. 

Elabora un plan de "pausa". La pausa (a veces llamada tolerancia a la angustia) es la idea de tomarse un respiro y esperar a que pasen los impulsos intensos (tirar algo, gritar, etc.) que pueden surgir con las emociones. Trabaje con su hijo para elaborar un plan y escriba una lista de 2 a 5 actividades de un minuto de duración que pueda realizar en momentos de angustia. Ejemplos de actividades de tolerancia a la angustia son caminar por un pasillo, colorear, ordenar tarjetas, contar ventanas y respirar hondo. La pausa es una combinación de la práctica del control conductual y la aplicación de técnicas de distracción. Si se hace bien, el niño se sentirá más tranquilo después de terminar su lista de actividades.

Nota: la tolerancia a la angustia requiere intencionalidad y conciencia, y exige que los niños sean capaces de elegir utilizarla como habilidad de afrontamiento.

Otra nota: todas estas actividades se exploran y practican mejor en momentos de calma. Son formas de ayudar a los niños a desarrollar su conciencia emocional de un modo que les resulte adecuado y divertido. A partir de ahí, pueden elegir las herramientas y estrategias que les funcionen mejor y llevarlas consigo (o guardarlas en una caja o en un rincón de relajación) para los momentos de necesidad de la vida real. 

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