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4/30/20

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Las rabietas y su significado más profundo

por Suzanne Wintner, MSW, LICSW, PhD

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Reconocer una rabieta

¿Alguna vez tu hijo ha pasado de 0 a 60 en un abrir y cerrar de ojos cuando las cosas no iban como él quería? Este tipo de arrebato emocional puede definirse como rabieta. Las rabietas varían en gravedad y duración. Una rabieta leve, o un "berrinche", puede implicar llanto, negativa a cumplir una petición y terquedad general. Es casi como si el niño se hubiera atascado y no pudiera superar una situación que considera injusta. Las rabietas más graves pueden incluir gritos, agresiones físicas y pérdida de control. Las cosas pueden ponerse intensas. En cualquier caso, una rabieta significa que tu hijo no está autorregulado emocionalmente en ese momento. Se ha frustrado en exceso y sus emociones están en el asiento del piloto.

Muchas veces, las rabietas son inquietantes tanto para el niño como para quienquiera que esté implicado. Es natural que los padres se sientan desconcertados o exasperados por este comportamiento problemático. Los niños pueden incluso sentir vergüenza o pudor después. Por muy difíciles que sean las rabietas, una respuesta tranquila y reflexiva por parte de un adulto ayuda a calmar la situación y a modelar un comportamiento positivo. Los padres también pueden ayudar a los niños a aprender habilidades de autorregulación que les permitan sentir que tienen más control.

Encontrar el sentido

Los niños tienen rabietas cuando sienten que han perdido el control de una situación. Puede que no se salgan con la suya o que estén "descontrolados" por muchas razones. Cuando se sienten fuera de control, les invaden emociones intensas que ponen su cuerpo a cien por hora. Además, a veces los niños tienen problemas para evaluar correctamente un problema (por ejemplo, no conseguir ser el líder de la fila les parece el fin del mundo) o utilizan lo que se conoce como pensamiento absoluto ("¡Nunca me dejas hacer lo que quiero!"), lo que provoca una reacción exagerada.

Tener una rabieta de vez en cuando es propio del desarrollo. Sin embargo, si su hijo tiene rabietas con regularidad, podría significar algo más. Las rabietas son frecuentes en los niños que tienen dificultades para autorregular sus emociones. Los niños con ansiedad, TDAH o autismo pueden ser más propensos a este tipo de arrebatos. A algunos padres les resulta útil llevar un registro o anotar lo que notan cuando su hijo tiene una rabieta. Tenga en cuenta lo que ocurrió justo antes de la rabieta, el tipo de entorno y cómo se sentía su hijo ese día. Este tipo de información puede dar pistas útiles a la hora de intentar comprender el significado de una rabieta.

Cómo responder a su hijo

Una respuesta calmada, una reorientación suave e incluso ignorar intencionadamente el comportamiento negativo suelen ser eficaces para desescalar la situación. Por supuesto, si la seguridad es un problema, hay que intervenir. Cuando las cosas se hayan calmado, puedes reflexionar con tu hijo sobre lo que podría haber hecho para mantener la calma y ofrecerle algo de perspectiva. Intenta no ceder ni negociar, esto sólo reforzará el comportamiento y le transmitirá que tener una rabieta es una forma de recuperar el control. ¡Las rabietas son duras! Afortunadamente, hay muchas herramientas eficaces para ayudar a los niños a aprender las habilidades de autorregulación que necesitan.

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